domingo, 6 de mayo de 2012

In Nomine Tenebrae


-En nombre del padre, y del hijo...- dijo el sacerdote al iniciar la eucaristía, mas no podía mantener mi mente en eso, algo me molestaba, resonaba en mi cabeza -En nombre de la angustia, desesperación y penumbra-.

Aún no logro entender lo que sucedió, pero en ese minuto, el rostro del crucificado, "el flaco", cómo le llamaba mi padre, se tornó vivo, blanco, sangrante, divinamente profano. No comprendía qué acaecía, aún no entiendo qué se supone que debía vivir; sangraba, gemía, y yo, paralizado. En mi sonrisa se divisaba la pasión, el ardor de mi vida era su dolor.

-En nombre del padre...- Resonó el eco, sin audiencia, salvo yo. -In nomine Tenebrae...- Respondí casi instantáneamente. La desesperación me inundaba, su sonrisa desesperada, me hacía desear el roce de las perlas escarlata que emanaban de su ser...Su sonrisa, su triste sonrisa.

Era una iglesia normal, en un día cómo cualquier otro, más todo era cómo no debía ser, todo era humano y no divino.

-En nombre del padre...- Escuché al sacerdote gemir, no aguanté, disparé el arma que paseaba en mi bolsillo contra mi cráneo; éste se despedazó, inundé con mi profana sangre un impuro lugar, el cuál fue decayendo lentamente ante los pecados carnales. Mi cráneo saltó en el "agua bendita", en el muro blanco, ahora había una mancha carmesí -In nomine Tenebrae...- Resuena su eco en mi...Aún no puedo creer, que el sueño sea tan real.

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