lunes, 5 de septiembre de 2011

Esquizofrenia

Vago en las sombras de un destierro previo a mi, no existe Dios, no hay gloria ni dolor. Hace ya años, vivo el día de forma monótona, despierto para caer, respiro para morir nuevamente al dormirse el sol.
Escucho a la gente que predica salvación...Y sólo puedo pensar "Sálvenme...De aquellos que desean salvarme". Años han pasado desde que vi en mi reflejo divinidad por última vez, años han pasado desde que decidí, que el paraíso no era para mi.
Cada día que vago, el veneno vuelve a recorrer mis venas, ya no temo a los infiernos a los que tantos inútiles aluden, pues he vivido en la tierra, en esta inmunda tierra.
Intento finalmente, no bañarme en mi propia sangre, cuando volteo a ver, existe otro yo, no logro distinguir qué es o qué será...La esquizofrenia que en mi descansa, planea tomar control, con el abrazo de los árboles y la caricia del viento, con el beso de la lluvia o la brisa de las llamas.
Soy quién soy, no quién debí ser; soy yo, hereje, blasfemo, despiadado...Solitario. Soy un lobo, soy oscuridad, obscenidad...Miro hacia el cielo, intento maldecir a un inexistente Dios o a algún impío salvador, más me doy cuenta, de que nací para morir, y vivo para sufrir.
No existe piedad en un mundo así, pocos son los refugios en esta guerra declarada sin cuartel...No quiero...No quiero ver, cuanta luz desbasta lo que me tomó años en las sombras construir.
Y sigo buscando en las sombras, la paz que algo, alguien o quizá el destino me arrebató...Más finalmente, ella toma control...La esquizofrenia que en mi dormía, busca su satisfacción en mi dolor.

sábado, 11 de junio de 2011

Tú.

Tus ojos pasan por mi mente cuan afiladas navajas acariciando mi piel.
Tu sonrisa crucifica apacible mi alma en lamentos de sereno olvido, mientras las nubes llenan mis ojos, tú, calma te marchas con el viento.
Quiebras mi voluntad, los pequeños trozos de paraíso se pudren por tu voz.
Tu dulce y tersa piel, me lleva al infierno nuevamente.
Tus hermosos ojos, destruyen mi camino.

viernes, 20 de mayo de 2011

Para mi Ángel Caído

Camino en un lugar vacío, pensando en una ilusión difusa hace tiempo. No es la hora de pensar en fantasmas de épocas pasadas, no está bien, estar aquí, lejos de ti. No concibo mis pasos en otro lugar, esta triste ciudad ha captado mi alma y ciertamente, ha aprisionado los versos que tenía escritos en el corazón.

No es hoy que deseo salir a caminar, mientras mi último respiro emana de mis labios, y las nubes eternas hacen su aparición en mis ojos, mientras lejos de ti camino sin rumbo, como un fantasma, un ánima destinada a vagar. En mis manos sostengo una serpiente que muerde mi brazo, la sangre que emana, se transfigura en lágrimas, por ti.

Mi sombra sigue una serie de cartas ilusorias, tristes, abandonadas. Mis pasos resuenan en el eco de la vacía noche, mientras el viento sopla mi carne y se lleva mi alma; el viento seca aquellas lágrimas, que no he de llorar por tanto tiempo.

Camino en un lugar vacío, pensando en aquella ilusión que me dio vida, viendo como yace en la tierra una figura, ahora vacía, mi ángel caído.

sábado, 12 de marzo de 2011

Sin título

Aún no recuerdo la sonrisa real, viviendo en desesperanza, camino una senda donde no existe el ser. Nada veo a mi alrededor, busco, más estoy cansado, agobiado de esta tortuosa rutina, una y otra vez, me arrastro por el piso, buscando la salida. Tomo mis armas nuevamente, desfallezco en el camino, el cansancio me ha ganado. Despierto nuevamente en un jardín de lirios marchitos, despierto en un camino de púas y flamas que desencadenan en mi alma, el ardor eterno, la soledad.

Nuevamente, estoy buscando tu sonrisa amable, aquella que debió darme algo desde el primer día, pero hoy, hoy no puedo hacer nada. Aquél miserable ser vagando entre los muros del destierro, caminando entre las sendas del dolor y la desesperación, desvaneciéndose, soy yo. Llamo a la puerta de un lugar que parece un refugio, puro, a salvo del resto, llamo a tu puerta, pero no hay nadie ahí, nadie en casa…

A veces, he vuelto a pensar “No queda nada, padezco de una enfermedad que ha ido infectando mi mundo poco a poco, esta pseudo-felicidad, esta tragedia que escondo entre sonrisas…Y sólo yo, nadie más, puede entrar en mi oscuro y solitario lugar, aquél templo olvidado, mi tan llamado hogar”.

Tatuadas en mi piel viven las marcas de mil errores ajenos del pasado, ahí, cuan cortes en los brazos, aún veo el ardor de todos los días…Nuevamente, no deseo levantarme, no deseo sonreír.

Me han llamado desde lugares lejanos, intentando darme algo nuevo, pero esta rutina me agobia, terminará matando mi sonrisa, mi falsa, sin embargo, acogedora, sonrisa…Y sigo vagando en una falsa felicidad, sigo enterrando mis lamentos en mi alma, en mi oscuro y solitario templo olvidado, donde nacieron mil ilusiones y hoy yacen sus cadáveres.

Sigo vagando, sigo caminando en mi campo de Elíseos, aquél que yace marchito entre la penumbra de mi alma y la luz de tu mirar, el cual ya no se posa en mí. Y sigo cargando una cruz, dime…¿Acaso aquí me han llevado mis acciones? Y aun así, sé que juntos moriremos solitarios.