martes, 13 de julio de 2010

Muerte

Derrama una lágrima por la pérdida de la inocencia, fulmina los deseos de una vida nueva con la claridad de tus ojos, que tu mirada derrame sobre este cuerpo el océano del tan llamado “Dios”, que las lágrimas sean el mensaje a seguir.

Espero oír algún día el canto de las sirenas que se disipan al partir a altamar, mientras la mirada del destino nuevamente juega sus oscuras cartas, al unísono del compás, mientras todo es como nunca debió ser.

Derrama una lágrima por aquellos olvidados espíritus que comparten su yugo con el calvario que llevamos por vida, intenta soñar con un lugar lejos de esta pesadilla, donde puedas volar, donde la muerte finalmente te dé la cara, oh muerte, acércate a mi pecho y clava tu hoz, libera esta alma en pena de la prisión carnal que la condena.

Mantén entre tus ojos la afilada hoja de la espada del destino, crúzala con la pacífica empuñadura de tu hoz, clava esa sublime sinfonía errores en mi corazón, para cometer el único acierto de este destino cruel y así por fin, llevarme a un lugar de paz, un mundo frío, lleno de paz…

No llores mi ausencia, puesto que jamás volveré a este lugar, un infierno real, no sé dónde, no sé cómo, ni cuándo se transformó este vals en la sinfonía del ocaso, mientras la vida pernocta, mientras simplemente trae de vuelta a este olvidado regazo el placer de descansar.