Ruego al padre de los cielos por su perdón, puesto que mi pecado es de aquellos que jamás encontrará luz divina en su camino.
La ira a la que he sido condenado por no saber como ni cuando actuar, es el pecado que jamás perdón habrá de encontrar, puesto que me haré cargo de que no exista resurrección ni gracia capaz de librarte del tormento al cual te condeno, soy tu juez, fiscal y verdugo.
Hoy ya no he de representar a la angelical piedad que la luz trajo sobre mi cabeza, hoy seré quién sentencie tu inhumanidad, hoy soy aquél demonio liberado en el mundo quien no cesará sus funciones, aún renunciando a salvación y piedad, por verte en un martirio infernal, donde la piel en vida arranquen de tus músculos y mil púas con sal follen aquellas heridas, para volver a causarlas y que llores y ruegues por salvación en eterna agonía.
A partir de estas heridas que a la luz en mi alma dejan las noticias de lo que causaste, juro que las lágrimas, juro que los gritos y que tus juegos los cuales degradaron cualquier porción de humanidad voy a finalizar, no habrá falange en tus dedos sin quebrar, ni músculo cubierto por piel ya en tu cuerpo, bienvenido a la agonía.
Juro solemnemente, que el reino santificado sobre ti no recaerá, pues hoy bienvenido al infierno serás, donde tus sueños rotos verás, donde siquiera ilusiones tendrás, bienvenido al lugar donde tu alma eternamente, mientras es follada por demonios, arderá.
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